domingo, 1 de diciembre de 2013

Alerta

Habían dejado la ventana abierta, pero el viento nocturno no era lo suficiente fresco como para dejarles dormir tranquilos. Sin embargo, todos dormían plácidamente, incluida ella.
Ese día habían permanecido en la casa, pero habían pasado el día entero en la piscina a falta de más entretenimiento, disfrutando del aire puro de la mañana y de la frescura y el dulce olor que ofrecía a abundante vegetación.
Poco a poco, fue despertándose de su sueño para recuperar la consciencia. Era una sensación extraña, pero agradable, como si algo la estuviese despertando con suavidad. Pero de repente algo la sobresaltó, había sentido un roce en la pierna. Había dejado de notar esa dulzura que sentía segundos antes. Escuchó una respiración entrecortada y sintió cómo el corazón se le aceleraba, su pulso estaba disparado. Ese roce y esa respiración que había notado en la habitación al pie de su cama eran humanos, y aún tumbada se concentró para tranquilizarse, a pesar de que sabía que esa persona no era nadie de la casa. Notaba su extraña presencia, parecía estar presente, pero a la vez ausente. Su respiración también era ahora entrecortada y a pesar de los esfuerzos seguía alterada. No era la primera vez que tenía esa sensación, en numerosas ocasiones cuando creía estar sola, era como si alguien la observara, como si alguien más estuviese con ella. Ese alguien sabía ya que estaba despierta y ella tenia la necesidad de verle la cara y asegurarse de que no eran alucinaciones suyas.
Despacio y con cautela fue incorporándose, poco a poco y una vez sentada dirigió la mirada con el pulso aún más acelerado que antes hacia el lugar de donde provenía esa esencia que la había despertado.
No pudo evitar  una exclamación muda, no quería despertar a los demás porque entonces, con total seguridad, el muchacho que tenía a los pies de su cama se marcharía.
Su cara, con los ojos abiertos como platos delataban que él estaba tan asustado como ella. La observaba nervioso, como arrepentido y asustado de haberla despertado sin querer. Ella sin embargo, ahora que ya conocía su rostro, estaba más tranquila y volvía a controlar la respiración.
Con cuidado fue poniéndose a gatas, se movía muy lentamente con miedo de asustarlo, se le antojaba a un gatito indefenso que saldría disparado con cualquier movimiento brusco.
Comenzó a gatear hacia él, para observarlo de cerca, alerta a sus movimientos.

Agua

Respiraba profundamente. El aire le despejaba la mente, pensaba con más claridad y le hacía compadecerse de lo que le rodeaba.
Se levantó lentamente, despertando de su meditación. A veces necesitaba desconectar su mente, sus pensamientos le irritaban, le provocaban dolor de cabeza. Siempre cavilando, preparado algo, preocupándose demasiado por todo. Pero le gustaba vivir así.
Ahora lo que necesitaba era nadar en el agua clara e iluminada por la luz del sol. Notaba cómo se le agarrotaban los músculos, le dolía el cuello y le costaba respirar. Con cada bocanada de aire que daba, tomaba otra de agua, no nada bien, pero le gustaba. Un buen baño a solas le ayuda a relajarse, el agua ya no le parece tan fría, cada vez nada mejor, sin cansarse y sin bocanadas de agua. Se sumerge y bucea hasta agotar el oxígeno que sus pulmones le permiten.  Coge aire y se deja flotar en la superficie observando el cielo, sumergiéndose en un de las sensaciones más apacibles que haya podido experimentar. ¿Sería volar algo parecido a estar en el agua? Tenía que serlo. Estando en el agua simplemente te dejas llevar por las corrientes, no estás sujeto a nada. Sacaba varias veces la mano del agua, intentando comprender por qué podían flotar en aquella composición y no la de la atmósfera. 'Me gusta nadar, me gusta esta sensación'